jueves, 1 de mayo de 2014

-95. Time goes by...

¡Hola de nuevo!El tiempo pasa cada vez más rápido...Hace nada, en la cuenta atrás la cifra de días superaba los 200, y ahora...
Bueno, sigo con la historia de cómo llegué hasta donde estoy hoy.
Cuando la lista de preseleccionados se publicó, creí que me daría un infarto (por aquel entonces aún no sabía que por alcanzar o superar la nota media mínima y enviar correctamente toda la documentación ya pasabas a la.prueba escrita).
Y llegó el día de la prueba. En mi instituto éramos cinco personas las que nos presentamos, así que a la prueba no tuve que ir sola...Estaba tan nerviosa que creía que cualquier cosa que hiciese bastaría para que me descalificasen y se eliminase toda posibilidad de irme.
La prueba comenzó. 45 minutos de listening (de los que los últimos fueron una tortura, porque tras todo ese rato en tensión, mi cerebro ya se negaba a funcionar. Después, otros 45 minutos de gramática. No fue demasiado difícil, así que puede decirse que salí contenta. Bueno, no sé cómo salí, la verdad. Estaba tan nerviosa que no sabía ni si lo había hecho bien o no.
Los resultados llegaron tiempo después. En el instituto estábamos casi temblando todos los que nos habíamos presentado. Pasaban las horas y por más que actualizásemos la página, los resultados no salían.
Unas horas después, abrí la página y apena pude creerme que mi nombre estaba en la lista. Recuerdo que salté cual loca cuando lo vi. Por desgracia, el resto de mis compañeros no había pasado la prueba, así que la euforia no pudo ser completa.
Y pasaron los días. La prueba oral se acercaba. Gracias a Nieves, conseguí preparar una presentación decente y, a base de ensayarla con ella, fue menos complicado memorizarla y decirla delante de quienes me entrevistaron. Quienes me conozcan saben perfectamente que hablar con desconocidos no es lo mío, así que mi miedo aumentaba.No veía probable conseguirlo con mi timidez.
Cuatro días antes de la entrevista en A Coruña, me rompí una pierna.Las expectativas no eran precisamente las mejores, y no estaba en muy buenas condiciones para ir.
El viaje no fue precisamente bueno, porque meterte a tres horas de coche cuando tienes la pierna recién escayolada no es lo mejor que te puede pasar, pero finalmente llegamos. La sede de la Fundación Barrié estaba llena de personas en mi misma situación, aunque a muchos de ellos se les veía relajados esperando su turno. En un ataque de pánico, tuve claro que no me la darían.
El trato por parte de las azafatas fue excelente, me hablaron, me ayudaron a relajarme, se preocupaban en todo momento por mi pierna...Creo que eso mejoró la situación.
Y llegó mi turno.Me llamaron y entré temblando, con la única esperanza de no caerme, porque con mi suerte las probabilidades de una entrada triunfal de ese tipo no eran precisamente pocas...
Las personas que me entrevistaron fueron muy amables, y consiguieron que la temblorosa y tímida Ainoa, que no las tenía todas consigo, se sintiese realmente cómoda y pudiese tener una conversación tranquila.
Salí de esa sala con una gran sonrisa, con la sensación en mi interior de que había salido bien.Y sólo quedó esperar...
Como en la anterior entrada, dejaré algo que contar para la próxima y así intentar que no os aburráis leyéndome.
Cada vez más cerca de Nueva York...¡Besitos!

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